Cada año, millones de aves migratorias recorren la costa del Pacífico en busca de refugio y alimento, con extensas rutas de hasta 16,000 kilómetros que inician en la fría Norteamérica y culminan en las regiones cálidas del cono sur. Muchas de estas especies aprovechan las costas y humedales del noroeste mexicano como hábitat temporal, por lo que nuestra región es esencial en su ciclo de vida.
Es por ello que en Pronatura Noroeste realizamos tareas de monitoreo y seguimiento a este espectacular suceso migratorio, en coordinación con organizaciones de México, Canadá y los Estados Unidos de América. Por tratarse de un fenómeno que involucra a estos tres países, existe una alianza transnacional que, entre otras cosas, incluye el monitoreo de las bandadas de aves a través de la red de estaciones Motus.
Esta labor de conservación ambiental es de alta relevancia para el estudio y la protección de estas especies. De hecho, a nivel mundial se considera a las aves migratorias playeras entre las más vulnerables del planeta, ya que enfrentan factores amenazantes como la pérdida de hábitat, la expansión urbana y el cambio climático. Se estima que la población de aves migratorias playeras ha decaído a nivel mundial un 37% en los últimos 50 años.
En Pronatura Noroeste consideramos como prioridad conocer más y mejor a estos animales emblemáticos, para lo cual es necesario aprovechar la tecnología y la ciencia aplicada. Las estaciones Motus funcionan a través de información que se capta a través de antenas, gracias a la instalación de pequeños transmisores de 0.45 gramos en las patas de algunos ejemplares que migran. Estos aditamentos no obstruyen su vida diaria, ya que pesan menos del 1% del peso total del ave. Funcionan con energía solar y emiten un pulso de radio cada cinco segundos para ser captado las 24 horas del día por las estaciones Motus instaladas a lo largo del llamado Corredor Migratorio del Pacífico.
Las señales con la posición y ruta que utilizan las aves se registran en un sistema de cómputo que nuestros investigadores y los de otras organizaciones de Norteamérica leen y analizan, para así conocer el destino de estas aves al llegar y al irse de nuestras costas y humedales.