La Mascarita peninsular habita únicamente en Baja California Sur, en los escasos cuerpos dulceacuícolas permanentes del estado, pues requiere obligadamente oasis con espejo de agua perenne y vegetación emergente, como tule (Typha dominguensis) y carrizo (Phragmites australis).
Baja California Sur es la entidad más árida del país, con una precipitación anual promedio de 180 mm, pese a lo cual a lo largo del estado se encuentran 32 oasis que presentan espejo de agua permanente y vegetación emergente, mismos que cubren poco más de 20 km2. Una de las especies típicas de estas zonas es la mascarita peninsular, que además está considerada por el Gobierno Mexicano como en peligro de extinción desde 1994. Se estima una población de entre 1,000 y 2,500 aves adultas, un tamaño poblacional muy pequeño para un ave canora, sobre todo al compararlo con especies similares, como la mascarita común (Geothlypis trichas) y el chipe lores negros (Geothlypis tolmiei), cuyas poblaciones se estiman en 77 millones y 11 millones de individuos, respectivamente.
Existen diferentes factores de presión sobre la mascarita peninsular, tanto antrópicos, como de origen natural. Entre los primeros resalta que los asentamientos humanos están regularmente asociados a cuerpos de agua dulce, ya sean superficiales o subterráneos, por lo que en muchos sitios existe un uso del agua excesivo, a lo que se suma la contaminación y en general el cambio de uso de suelo. En cuanto a los impactos naturales, los incendios y huracanes son fenómenos comunes que modifican de forma dramática el paisaje de los oasis. Estos factores pueden ocasionar problemas en las poblaciones de la mascarita peninsular al disminuir la superficie de carrizo y tule.
La información acerca de esta especie es escasa y resta mucho trabajo por hacer para integrar programas sólidos de conservación y manejo que aseguren su integridad. A la fecha se reconocen dos esfuerzos encaminados a la conservación de la especie: el plan de acción para la conservación de la mascarita peninsular y sus hábitats realizado por Pronatura Noroeste en 2011 y la solicitud ante la Dirección General de Vida Silvestre de la inclusión de los oasis La Poza y San Pedro del Palmar como hábitats críticos (UABCS y Pronatura Noroeste 2017). Sin embargo, estas acciones son aún incipientes pues no han llegado a la parte operativa. Actualmente Pronatura Noroeste y la UABCS han iniciado la integración del Programa de Acción para la Conservación de la Especies en Riesgo (PACE) para la Mascarita peninsular, además de explorar diferentes oasis, como el de San Ignacio, para el que ya se generó una publicación científica (Carmona et al. 2020).
Además, la dupla PNO-UABCS en colaboración con la Consultoría ambiental Cipactli ha realizado constantes campañas dirigidas a fomentar el aviturismo; pues esta actividad podría contribuir a la conservación de la mascarita peninsular y de los oasis en general (birding). Así, es necesario generar un marco teórico sólido que permita tomar medidas de manejo y conservación apropiadas para asegurar la sobrevivencia de la especie, lo que es sinónimo de garantizar la permanencia de los oasis sudcalifornianos.