Corría el año 1997, en los albores de nuestra organización, cuando tuvimos la certeza de que el complejo lagunar Bahía Magdalena era uno de los sitios naturales que merecen la protección ambiental en el noroeste de México. Su indudable riqueza ecológica, la diversidad de especies y las características singulares del ecosistema nos hicieron ver que esa extensión de humedales debía blindarse contra factores invasivos como el crecimiento urbano, el desarrollo comercial y la extracción minera.
Una de las señales evidentes del estado vulnerable de Bahía Magdalena es que es uno de los santuarios que la ballena gris (Eschrichtius robustus) elige para tener sus crías, junto con la laguna Ojo de Liebre y la laguna San Ignacio. Cada primavera, este gigante del océano viaja desde el Ártico y recorre unos 10 mil kilómetros hasta las aguas templadas del Pacífico mexicano. Sin duda, el desarrollo turístico y comercial pondría en riesgo inminente a ésta y a muchas otras especies.
Por otra parte, Bahía Magdalena cuenta con el complejo de humedales y el bosque de manglar más grandes en toda la península. Esto convierte a esta zona en una región prioritaria para la conservación, ya que las leyes mexicanas no la consideran un Área Natural Protegida (ANP).
Tras intensas gestiones y la búsqueda de alternativas legales para proteger estas tierras, finalmente en agosto de 2022 formalizamos la creación de una reserva de 3,074 hectáreas de parcelas ejidales ubicadas al norte de Bahía Magdalena. Esta reserva creada para fines de conservación es un hecho trascendental, pues se trata de una de las operaciones más grandes en su tipo en la historia del trabajo ambiental en Latinoamérica. Gracias a ello, estas tierras y toda la vida que contienen contarán con la protección jurídica y el trabajo de nuestros expertos en conservación. El terreno reservado en Bahía Magdalena viene a sumarse a otras 12 parcelas colindantes, para un total de 4,782 hectáreas que protegemos como Pronatura Noroeste en esta zona.
La protección jurídica es una de nuestras estrategias permanentes, al contar con 133 herramientas legales para la protección de tierras, según la condición y característica de cada predio, como pueden ser contratos de conservación, áreas destinadas voluntariamente a la conservación (ADVC), concesiones de zona federal, servidumbres ecológicas y Unidades de Manejo (UMA). De hecho, como Pronatura Noroeste sumamos más de 265,000 hectáreas protegidas bajo algún esquema jurídico, lo que nos convierte en la organización civil con más tierras protegidas para la conservación en todo México.
La abundancia de humedales reúne en Bahía Magdalena a gran cantidad de aves migratorias, como son ganso de collar (Branta bernicla), picopando canelo (Limosa fedoa), pelícano café (Pelecanus occidentalis), zarapito pico largo (Numenius americanus) y playero occidental (Calidris mauri). También pueden hallarse aves rapaces, como el aguililla rojinegra (Parabuteo unicinctus), el halcón peregrino (Falco peregrinus) y el búho cornudo grande (Bubo virginianus). Un caso que nos motiva a intensificar las tareas de conservación en estas tierras es la presencia de un nido de Águila calva (Haliaeetus leucocephalus). Esta ave, quizás la más representativa de los EE. UU., tiene alguna presencia en el norte de México, pero nunca antes había sido vista tan al sur.
Algunos reptiles que habitan esta zona son la Víbora de cascabel de Baja California (Crotalus enyo), la víbora de cascabel de diamantes rojos (Crotalus ruber) y la culebrita arenera bandada (Chilomeniscus stramenius), así como la lagartija espinosa desértica (Sceloporus zosteromus) y la lagartija común (Uta stansburiana). Entre los mamíferos podemos citar al juancito (Ammospermophilus leucurus extimus), la rata canguro de Merriam (Dipodomys merriami) y la rata canguro de Dulzura (Dipodomys simulans).
Ahora que esta enorme extensión de ecosistema costero será protegido de forma permanente, te invitamos a contribuir a las tareas de conservación.