Estudian al Pejerrey y su relación presa – depredador con el Playero rojizo en el Alto Golfo de California

El noroeste de México es parte de uno de los tres corredores migratorios del continente americano, el del Pacífico. Se considera una de las regiones más importantes para las aves playeras, recibe cada invierno a más de un millón de ellas.

Hace algunos años en la Reserva de la Biosfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado el equipo de la reserva observó una cantidad importante de playeros rojizos (Calidris canutus roselaari) en la playa lodosa, por lo que surgió el interés de comenzar a investigar más sobre el uso de la zona.

A partir de 2010, se encontró un grupo grande de alrededor de 800 Playeros rojizos, pero esta vez en una playa arenosa, en el Golfo de Santa Clara, Sonora. Esto provocó que investigadores y organizaciones de la sociedad civil observaran con más detalle el paso del playero rojizo por el Golfo de Santa Clara, en general -durante la temporada no reproductiva-, las aves playeras prefieren ambientes lodosos, ya que su alimentación se basa en invertebrados como gusanos poliquetos, almejas y caracoles pequeños, que son más abundantes en ese tipo de playas.

Adriana Hernández Alvarez, técnica de campo de Pronatura Noroeste, explicó que resultado de esas observaciones pudieron determinar que los playeros estaban alimentándose en la playa arenosa, por lo que además de comenzar con el monitoreo en el área, empezaron a investigar qué era lo que comían.

Al analizar una muestra de arena en el laboratorio, el equipo encontró huevos de pejerrey (Leuresthes sardina), un pez endémico que arrastrándose con la marea sale a desovar y fertilizar los huevos en los días de marea alta. “Nuestro objeto de estudio son las aves, pero para lograr entender algunos cambios en su comportamiento, distribución y abundancia necesitábamos entender también qué estaba pasando con los peces”, comentó.

Los estudios que desarrolla Pronatura Noroeste y el Laboratorio de Aves de la UABCS dan cuenta de la interrelación entre la migración de una especie y la etapa reproductiva de otra, e identifican que -desde la mitad de febrero a los primeros días de mayo- el playero rojizo se alimenta básicamente del desove del pejerrey. En un periodo promedio de 20 días estas aves aumentan alrededor de 40 gr de peso, aproximadamente el 30% de su masa corporal (como si una persona  de 70 kg aumentara 21 kg, en 20 días), lo que les permite continuar el viaje hacia Alaska y Rusia para la temporada de reproducción.

“Tenemos interés en conocer cómo está la población de peces, cuál es su estatus actual y cómo va cambiando a través del tiempo, [ya que] como en cualquier otra relación presa-depredador, ambas poblaciones son codependientes. El depredador depende de la disponibilidad de sus presas, como la población de las presas depende también de los depredadores”, apuntó Hernández Alvarez.

La única información disponible data de los años 70, por ello, durante la temporada de desove, el equipo realiza estudios que incluyen la medida de variables como peso, longitud o densidad de peces, para analizar la población actual y poder comparar esta información con lo existente.

La investigadora apuntó que la disponibilidad de huevos del pejerrey en la playa puede repercutir en el éxito reproductivo de las aves si se están yendo de la zona con una masa corporal menor al llegar al sitio de reproducción podrían tener menos peso, no tener energía para conseguir pareja, poner huevos con cáscaras más delgadas o tener crías débiles. Por esto es primordial continuar con el monitoreo de aves y peces, para integrar más datos que permitan detectar cambios en las poblaciones, ya que la zona -en la que se reproduce el pejerrey- recibe alta presión de factores antropogénicos, “estamos hablando de una especie que está enfrentando amenazas justo en el momento más vulnerable de su ciclo de vida”, comentó Hernández Alvarez.

Para seguir estableciendo la relación, presencia y distribución de aves respecto al desove del pejerrey el equipo planea mejorar el método de captura para el monitoreo de 2019, con el que se espera identificar en el peso de las aves la variación en su masa y establecer su relación con la densidad de huevos de pejerrey.

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