El pasado mes de julio un charrán mínimo (Sterna antillarum) se encontraba en Laguna Figueroa, cerca de San Quintín, Baja California. Terminó la temporada reproductiva y, como muchas aves en esta época del año, el charrán se alistaba para seguir su viaje migratorio. Primero se trasladó unos 20 kilómetros al norte hasta la Reserva Natural Punta Mazo, donde permaneció tres días. Ahí emprendió un vuelo intenso por más de 200 kilómetros y cruzó el ancho de la península de Baja California en menos de 3 horas. Finalmente arribó al Golfo de Santa Clara, en Sonora, un sitio que congrega a miles de aves marinas y playeras.
Esta breve travesía da muestra del dinamismo de las aves migratorias. A pesar de tener el peso de una pelota de golf, este intrépido charrán demostró su capacidad para cruzar montañas y mares a velocidad récord, evidenciando sus increíbles adaptaciones para la migración. La ruta que siguió fue registrada gracias al sistema de estaciones Motus, una herramienta tecnológica utilizada para fines de conservación de aves. El viaje detallado del charrán aporta información útil, gracias a un pequeño transmisor puesto en el cuerpo de algunos ejemplares, lo que permite su registro mediante las estaciones instaladas en la península.
En Pronatura Noroeste lideramos la expansión de la red de estaciones Motus en el noroeste de México, con más de 20 estaciones que funcionan mediante telemetría automatizada. Esto nos permite dar seguimiento a especies amenazadas como el charrán mínimo, considerado en protección especial bajo la Norma Oficial Nom 059-SEMARNAT-2010, y otras aves que nidifican en los mismos hábitats, como el chorlo nevado (Charadrius nivosus).
La historia de este charrán es la de miles de aves. Todos los años, bandadas de distintas especies provenientes de Norteamérica viajan miles de kilómetros hacia México, Centroamérica y Sudamérica. Muchas de ellas utilizan la ruta conocida como Corredor Migratorio del Pacífico. Al llegar a las costas y humedales del noroeste de México algunas permanecen ahí temporalmente, alimentándose y recuperando energía, mientras que otras, como el charrán, acuden para reproducirse.
La instalación de las estaciones Motus y el marcado de aves para fines de conservación es un trabajo colaborativo que emprendemos con organizaciones como Pro Esteros A.C., quien efectuó el marcado de este charrán, y Terra Peninsular A.C., cuya estación Motus logró el registro en San Quintín.
De forma adicional al monitoreo de las aves, esta temporada de anidación desarrollamos actividades de difusión y educación ambiental para los visitantes de las playas en otros puntos de la península, como el puerto de Ensenada. Ahí implementamos un módulo con el eslogan “Conociendo al charrán mínimo y el chorlo nevado”, el cual funciona los fines de semana de junio a agosto, en Playa Hermosa, Pacífica y Estero de Punta Banda, así como en eventos ambientales. Para ello contamos con voluntarios expertos en la conservación de la especie, quienes se apoyan de infografías, material didáctico y actividades lúdicas que permiten sensibilizar a la población acerca del charrán mínimo y otras aves.
Súmate al esfuerzo permanente de monitoreo con las estaciones Motus. Sigamos la pista del charrán mínimo en su traslado a Centroamérica y el Caribe. Tal vez después nos sorprenda en las costas de California, de vuelta al nido.