Picotean ávidos sobre la superficie arenosa. Los playeros rojizos del Pacífico (Calidris canutus roselaari) buscan los huevecillos del pejerrey (Leuresthes sardina), especie que se reproduce de manera frenética sobre la arena mojada del Alto Golfo de California. De los cientos de plumajes grisáceos que se mueven juntos en busca de alimento en el Golfo de Santa Clara, Sonora, uno resultó de particular interés.
Tras enfocar la lente del binocular y prestar atención plena, era bastante claro que una de ellas era la 037, la bandera amarilla en su tibia izquierda la delataba. Aquella ave era una vieja conocida de los expertos de Pronatura Noroeste.
El registro del 037 en playas del Golfo de Santa Clara tiene muchas lecturas, todas positivas. Fue marcado el 28 de octubre de 2006 en Guerrero Negro, Baja California Sur. En aquella ocasión, el equipo liderado por Roberto Carmona, experto en aves de Pronatura Noroeste y responsable del Laboratorio de Aves de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, debía completar el marcaje del mayor número de Calidris canutus roselaari como parte de una estrategia de investigación y conservación de la especie. Conservarla sólo es posible si la entendemos; si la entendemos también sabemos más de su hábitat; todo esto nos acerca a mejores acciones por la especie.
El ecosistema costero de Guerrero Negro recibe anualmente una parte importante de la población del playero rojizo del Pacífico, un ave migratoria que realiza vuelos desde las zonas de anidación en el ártico hasta el noroeste mexicano que le ofrece refugio y alimentación. En este lugar, mediante artes especializadas de captura, se logró atrapar a 193 especímenes, mismos que fueron marcados con una bandera amarilla en su tibia izquierda y un anillo metálico en la derecha. Dicho marcaje cuenta con un código consecutivo único que permite registrar información de la especie y del momento de captura. La 037 era ya un adulto, al menos con dos años de vida.
Ella, como todas las aves del grupo, fueron liberadas, en espera de que en el futuro lográramos encontrarlas en algún monitoreo dentro de sus sitios de llegada. En parte suerte, en parte el resultado de un magno esfuerzo de conservación continental, el 037 ha sido observado en varias ocasiones en el Golfo de Santa Clara, Sonora, una en 2013 y otra en 2014. Tras seis años, el reencuentro se dio de nueva cuenta. En abril de 2024, Adriana Hernández Álvarez y Sori Gonzáles, ambas integrantes del grupo “Cuidando el Playero Rojizo y al Pejerrey”, observaron y fotografiaron al ejemplar en dicha zona de recuperación primaveral.
“El ave perdió la bandera roja de la parte inferior de la pata, además el color negro de los números de su código también se perdió, pero no tenemos dudas de su identidad. Desde su marcaje, este individuo ha viajado desde Alaska hasta Baja California por 17 años, es decir, 39 viajes de 5 mil 500 kilómetros, para un impresionante total de 220 mil kilómetros”, dice Roberto Carmona.
Documentar al 037 nos habla de que algo bien estamos haciendo. Siendo el playero rojizo del Pacífico una especie amenazada con protección federal, saber de su regreso nos permite ajustar nuestras estrategias que promueven la conservación de los hábitats de recepción en todo el noroeste de México. También nos motiva a redoblar esfuerzos en el Golfo de Santa Clara, donde nuestros expertos, en colaboración con la comunidad, mantienen un esfuerzo fundamental para proteger al playero rojizo del Pacífico durante su encuentro con el desove del pejerrey. Vamos bien, pero falta más.
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