El noroeste de México es fundamental para el ciclo de vida de millones de aves playeras de Norteamérica. Originarias de Alaska, Canadá y EE. UU., muchas de estas especies emprenden un extraordinario viaje anual rumbo al sur, en el que recorren decenas de miles de kilómetros en busca de refugio y alimento. En su ruta hacia México, Centro y Sudamérica bajan por la costa del Pacífico y se detienen temporalmente en nuestras costas y humedales.
El Delta del Río Colorado, en los estados mexicanos de Sonora y Baja California, recibe anualmente unas 160 000 aves playeras migratorias y forma parte del Corredor Migratorio del Pacífico, lo que lo convierte en un enclave estratégico para la conservación. Por décadas este cauce ha visto disminuido el flujo de agua, sobre todo en el último tramo de 140 kilómetros en territorio mexicano.
Para revertir esta situación, en años recientes se ha dado cumplimiento a tratados internacionales entre México y EE. UU. que datan de 1944. Uno de estos documentos es el Acta 323, que señala la entrega periódica de agua de los EE. UU. a México, con lo que nuestro país asegura 259 millones de m³ de agua para el ambiente hasta el año 2026. La presencia del vital líquido beneficia a numerosas especies de plantas y animales.
De ahí que toma especial énfasis el monitoreo de las aves playeras que en otoño y primavera visitan el Delta. Nuestros expertos de Pronatura Noroeste, en colaboración con expertos de National Audubon Society, LightHawk, el Programa de Becarios de Soluciones Costeras del Laboratorio de Ornitología de Cornell y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP),realizan el monitoreo para obtener datos de su abundancia, composición y uso del hábitat.
Como parte de las estrategias de conservación de este grupo de aves, en el Delta se cuenta con humedales artificiales en las plantas de tratamiento de aguas residuales Las Arenitas y Cucapah. Asimismo, más del 30% del afluente de la planta en Las Arenitas se descarga en el caudal del río Hardy, lo que permite mejorar y conservar el ecosistema con un beneficio directo a la vida silvestre.
En este esfuerzo internacional podemos mencionar la instalación de estaciones Motus en puntos clave de la región. Mediante una red de telemetría automatizada, estas estaciones permiten rastrear los movimientos de dispersión y migración de las aves, su tiempo de estadía, uso del hábitat y la conectividad entre sitios.
Como puede verse, el monitoreo de aves es un desafío de gran valor ecológico. Colabora con nosotros y sé parte de esta fascinante tarea de conservación en el Delta del Río Colorado.