Patagonia y Pronatura Noroeste impulsan un proyecto en comunidades pesqueras de Sonora y Baja California para retirar del mar artes de pesca desechadas. Ya se han recolectado casi 40 toneladas, capacitando pescadores y promoviendo reciclaje.
El Golfo de Santa Clara tiene un problema que crece año con año, un monstruo de plástico que proviene de residuos de artes de pesca. No se ve a simple vista, pues la acumulación se va haciendo desde la zona de playa hasta el lecho marino y va matando a distintas especies marinas.
A ese monstruo se le llama también como “redes fantasma”, pues, como lo dice su nombre, son redes, pero también cualquier objeto que haya sido usado para la pesca, como trampas, boyas, cuerdas. Son objetos que se convierten en trampas mortales para cualquier persona, porque con el tiempo han afectado también las pesquerías en la región.
Lizz González Moreno, coordinadora del programa de Educación para la Conservación de Pronatura Noroeste, tiene más de 10 años trabajando un proyecto llamado “Por un mar libre de plásticos”. Contó que para 2024 ya tenía materiales, iniciativas y un equipo de personas que están interesadas en la conservación.
Ese equipo se hizo de una máquina para triturar plásticos y una inyectora con la que se pueden crear artesanías con el material desechado que se recolecta, principalmente el polipropileno. Sin embargo, necesitaban ayuda para difundir esta iniciativa en el Golfo de Santa Clara.
“Nos pusimos a trabajar con un grupo de mujeres que se llama Cuidando al Playero Rojizo y al Pejerrey y, a través de ellas, dimos una capacitación, para que ellas pudieron desarrollar una campaña de comunicación sobre cuál es el efecto que tienen las redes fantasmas”, dijo Lizz González Moreno.
La campaña se creó pensando en tres cosas: que debía llevarse la información a cualquier persona, incluso que no se dedicara a la pesca; que pudiera hacerse sobre distintos canales, sobre todo las principales redes sociales y que pudiera servir para involucrar a más personas.
Se trabajó una metodología y cronología de temas, fueron documentando de manera conjunta y se hicieron publicaciones desde los perfiles de la organización Cuidando al Playero Rojizo y al Pejerrey y grupos de mujeres que forman parte de la cadena productiva de la pesca.
“Se lo tomaron muy en serio y empezaron a sacar ideas muy buenas, eso es lo que buscábamos, que gente de la comunidad expresara la problemática con el lenguaje de ellos mismos”, señaló Lizz González Moreno.
Esa información se tradujo en un trabajo arduo con recorridos y entrevistas, que después se transformó en materiales para una exitosa campaña informativa que logró la participación de más organizaciones como Las Pejerreynas, Pesca ABC, Reserva de la Biosfera del Alto Golfo de California, MAREM, Pronatura Noroeste y Cuidando al Playero Rojizo y el Pejerrey.
Se hizo una feria donde para promover el reciclaje como una opción, así como talleres, convivios, se mostró artesanías hechas con escamas y desperdicios de pescado; todo ello provocó que la comunidad se enterara que en el Golfo de Santa Clara algo comenzó a cambiar.
Lograr un mar libre de plásticos
En el Golfo de Santa Clara comenzó este ambicioso proyecto: lograr un mar libre de plásticos, una iniciativa que encabeza el grupo Cuidando al Playero Rojizo y al Pejerrey en conjunto con Pronatura Noroeste y Patagonia.
Esta iniciativa de descontaminación se llevó a cabo en esta región de Sonora, al noroeste de México, porque hay una alta diversidad de fauna marina y es considerada como uno de los espacios pesqueros de mayor importancia en la región del Golfo de California.
Trata de crear capacidades para mitigar los efectos de las artes de pesca fantasma y la contaminación plástica marina, es decir, todas aquellas herramientas que se han usado para pescar, pero que terminan como residuos en el mar.
Por ejemplo, hay líneas de pesca, anzuelos, botellas y más, que son herramientas pequeñas, pero lo que sobresale y afecta de mayor manera son las boyas, cabos y las redes, pues estas terminan siendo un problema grave para la sobrevivencia de peces, tortugas y otras especies, como la vaquita marina, que actualmente está en peligro de extinción.
Esa basura suele tirarse al mar o dejarse en las orillas de las playas y muelles. Tiempo después se convierten en trampas mortales. Se conoce que al año suelen abandonarse entre 500 mil y 1 millón de toneladas de instrumentos de pesca abandonados, perdidos o descartados en los mares de México.
El problema principal es la contaminación que mata especies, pero hay uno más que se suma como consecuencia: hay una disminución en la producción pesquera.
Acciones emprendidas para liberar de plástico al mar
El trabajo impulsado por Patagonia y Pronatura Noroeste, junto con otras organizaciones como Pesca ABC de San Felipe, el gobierno de Sonora y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, en las comunidades pesqueras de la Reserva de la Biósfera del Alto Golfo de California consiste en la limpieza, sensibilización y capacitación a la comunidad sobre los impactos de las artes de pesca fantasma y la contaminación plástica.
Solamente en el Golfo de Santa Clara se pudieron recolectar ya 18 toneladas de artes de pesca en desuso; se creó un manual de buenas prácticas para la limpieza de playas y manejo de residuos, diseñado y distribuido en la comunidad.
Se llevó a cabo un curso en línea denominado “Redes Fantasma y Plásticos: Una Amenaza Invisible”, el cual está disponible en la plataforma educativa de Pronatura Noroeste.
Se generó una campaña de redes sociales en Facebook e Instagram sobre redes fantasma y plásticos, con un alcance de 7,153 personas.
Se llevó a cabo la feria “Entre fantasmas y basura”: en la que participaron 363 personas, donde se realizaron actividades educativas sobre reciclaje y manejo de residuos.
Hubo acuerdos con 7 docentes de la comunidad para implementar prácticas de reducción de plásticos de un solo uso en las escuelas locales, además se capacitó a 35 jóvenes y 18 promotores ambientales en los temas de contaminación plástica marina y redes fantasma.
Sin embargo, el logro más importante es que se tuvo una mayor conciencia sobre los impactos de las redes fantasma y la contaminación plástica marina.
18 toneladas de basura, un caso de éxito
Las Pejerreynas, Pesca ABC, Reserva de la Biosfera del Alto Golfo de California, MAREM, Pronatura Noroeste y Cuidando al Playero Rojizo y el Pejerrey trabajaron en conjunto con la organización Pesca ABC, para limpiar el Golfo de Santa Clara, a través de un proyecto denominado “Torneo de colecta y reciclaje de artes de pesca en desuso”.
Fue una campaña que inició el 17 de agosto y culminó el 17 de septiembre. El éxito fue tal que en los primeros 15 días se recolectaron 10 toneladas y al final de mes otras 8 toneladas.
Los tres primeros lugares que recolectaron mayor peso: el primer lugar recibió $12,000 pesos, el segundo lugar recibió $8,000 pesos y el tercer lugar recibió $4,000 pesos.
Las artes de pesca recicladas fueron únicamente aquellas hechas con nailon de multifilamento, polietileno y poliamida, materiales que tardan en degradarse por lo menos 100 años.
Las artes de pesca se convierten en un foco de contaminación para pescadores y pescadoras, sobre todo aquellas que realizan la actividad en orilla, pues muchas de las redes quedan atoradas en las rocas.
Cabe destacar que pescadores del Golfo de Santa Clara señalaron que una gran parte de los desechos de artes de pesca se debe a que las redes de pesca, sobre todo del camarón, son difíciles de reparar, por lo que suelen descartarse.
De las 18 toneladas recolectadas, la mayoría fueron redes, pero también hubo cabos.
Una situación importante a destacar es que se hizo un análisis con una muestra de 3 toneladas de residuos, encontrando que el 97 por ciento eran redes de monofilamento de nailon.
Hubo 5 toneladas que fueron enviadas al centro de reciclaje OLA Mazatlán, pues con ese plástico pueden crear utensilios de comida y otros utensilios para la pesca como tablas, hieleras o artefactos para remendar. Otra parte del material recolectado fue enviado a la Reserva de la Biósfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado, para realizar pruebas con redes de monofilamento, como parte de un esfuerzo para analizar su impacto ambiental.
El resto de los residuos fue transportado al relleno sanitario de Mexicali debido al deterioro que ya presentaban.
¿Qué es lo que sigue?
El problema más importante en el Alto Golfo son los desechos de redes de nailon de monofilamento, es un plástico que no se puede reciclar de manera sencilla.
“Muchas redes que se han recolectado estaban en casas, en traspatios porque ya no se iban a usar, pero para la siguiente temporada van a usar más, y lo que queremos es que las dejen en los centros de acopio”, dijo Lizz González Moreno.
“Las redes de monofilamento tienen una composición altamente tóxica y no podemos usar la maquinaria que tenemos ahorita”, dijo.
El objetivo principal es que las redes no se vayan al mar, sino que se dejen en espacios especializados, para después tratarlas con máquinas especializadas.
La coordinadora del programa de Educación para la Conservación de Pronatura Noroeste explicó que ahora están en búsqueda de un financiamiento para encontrar cómo procesar las redes, pues una vez logrado se hará uso de esos materiales.