Aguas turquesas bañan sin prisa las blancas playas del Área Natural Protegida de Balandra. Un ecosistema único donde el paisaje desértico conecta con el paraíso marino. Aquí, a donde uno voltee, la vida florece.
Bajo el agua, los arrecifes coralinos y los bancos de peces viven en simbiosis para generar un hábitat marino rico y productivo del que dependen miles de familias de pescadores y brindan un espectáculo a cientos de miles de turistas. Enterrados en la arena, moluscos bivalvos y crustáceos se multiplican con vitalidad, siendo parte esencial de una frágil cadena que conecta a todas las especies de este ecosistema costero.
En las orillas, los manglares protegen a las nuevas generaciones de peces que regresarán al mar, a la vez de que fijan carbono en el suelo y ofrecen un sitio de descanso para las aves playeras residentes y migratorias. Un poco más arriba, en las dunas costeras, especies endémicas como el Coulterella capitata nos recuerda la impresionante capacidad de adaptación que tienen las especies en los entornos agrestes.
Un micromundo que se ha convertido en parte esencial del paisaje para la comunidad sudcaliforniana.
Balandra, un ecosistema prioritario que vale la pena conservar.
Localizada en el municipio de La Paz, Baja California Sur, el Área Natural Protegida de Balandra consta de 2 512 hectáreas que, además, cuenta con la categoría de Área de Protección de Flora y Fauna desde 2012.
El Área Natural Protegida Balandra consta de cinco zonas núcleo, cada una con hábitats particulares y especies que ahí se refugian. Entre todas, suman un total de 309 hectáreas, que representan el 12.3% de la superficie de la ANP.
Apuntamos hacia el equilibrio en el disfrute del Área Natural Protegida de Balandra mediante una participación activa con el ordenamiento del Área Natural Protegida de Balandra; considerado como urgente ante el incremento exponencial del turismo en la zona.